Culmina una nueva etapa en la formación de futuros directivos y directivas

«Más de 60 personas preparadas para continuar con responsabilidad la misión educativa.»

formación de directivos educativos

Durante la primera semana de julio, Ander Mimenza, Roberto Otxandio y Pedro Mendigutxia han conducido las tres últimas jornadas del programa de formación para futuros directivos y directivas. Estas sesiones han supuesto el cierre de una etapa formativa que ha buscado, desde sus inicios, acompañar y capacitar a quienes están llamados a asumir responsabilidades directivas en nuestros centros educativos.

Este proceso de formación no es nuevo, ni improvisado. A lo largo de los últimos ocho años, hemos dado un paso adelante con determinación y visión, formando a más de sesenta personas para el ejercicio de tareas de responsabilidad en colegios vicencianos. Cada participante ha vivido una experiencia de crecimiento personal y profesional, en sintonía con los valores que sostienen nuestra misión educativa.

El liderazgo en nuestros centros no se improvisa: se construye desde la preparación, el discernimiento, el compromiso y el servicio. Por eso, hemos querido apuntalar nuestras comunidades educativas por el flanco del liderazgo, fortaleciendo su estructura humana para hacerla más sólida y sostenible en el tiempo.

Esta formación no se queda en el aula. Tiene una traducción directa y concreta en la vida de nuestros colegios. A medida que las circunstancias lo requieren, se va haciendo efectivo el relevo de directores, jefes de estudios o coordinadores de pastoral. Este proceso no responde solo a una necesidad organizativa, sino a una convicción: el futuro se prepara desde hoy, con personas comprometidas y preparadas.

En este camino, la formación de líderes con mirada vicenciana se convierte en una clave esencial. Personas que sepan tomar decisiones, acompañar equipos y mantener viva la identidad de nuestras obras educativas. Personas que comprendan que el liderazgo, para nosotras, no es poder, sino servicio. Un servicio humilde, sencillo y lleno de caridad, que se ejerce desde la escucha, la cercanía y el Evangelio.

Con la finalización de estas jornadas, no se cierra un proceso, sino que se abre una nueva etapa. La etapa del testimonio, de la responsabilidad asumida y de la puesta en práctica. Confiamos en que lo sembrado con esmero durante estos años siga dando frutos en nuestras escuelas, al servicio de los niños, jóvenes y comunidades que forman parte de esta misión compartida.